And you sang
Sail to me
Sail to me, let me enfold you
Tim Buckley, Song to the Siren
Cuando escribo esto ha pasado casi un mes desde que terminé La joven ahogada y, aunque otras lecturas han venido a ocupar su lugar, la obra de Caitlín R. Kiernan no ha dejado de invocarme, como si se reflejara con un esquivo haz de luz en las paredes de mi mente o un trémulo brillo del que no he sido capaz de deshacerme del todo.
Esa capacidad de atracción es algo que no tardé en percibir al poco de abrir sus páginas. Parte de ella se debe sin duda a la voz de su protagonista, quien te conduce por una historia (una «memoria» como indica el título completo de la obra) sinuosa, llena de ramificaciones y senderos, algunos apenas atisbados, cuyo final parece ser solo una de las posibles resoluciones.
En la lectura acompañamos a Imp (diminutivo de India Morgan Phelps[1]), una mujer joven, durante el proceso de redacción, capítulo por capítulo, de esta «memoria». En ella refiere ciertos hechos trascendentales de su vida reciente cuya realidad enseguida nos parece cuestionable. El meollo de la historia consiste en el encuentro que tiene con otra mujer (llamada Eva Canning) que se presenta, siempre desde la perspectiva de la protagonista, en dos encarnaciones distintas: como sirena y como mujer lobo.
Cuestionamos la realidad de los hechos porque, desde bien iniciada la historia, la misma narradora nos hace dudar de su propia veracidad, y es que Imp, que padece esquizofrenia paranoide[2] y tiene problemas para diferenciar la realidad de la ilusión nos refiere que está más interesada en extraer la verdad de lo ocurrido frente a su realidad.
Pero la verdad es algo subjetivo, ¿no es cierto?
Telling this ghost story, I’m beginning to think of facts and truth like bricks and mortar, only I’m not sure which is which.
Al contar esta historia de fantasmas, empiezo a pensar en los hechos y en la verdad como si fueran ladrillos y mortero, solo que no estoy segura de cuál es cada uno[3].
Imp, entonces, redacta su historia con una finalidad terapéutica. Ella misma reconoce que está hechizada («haunted», en el original) por la aparición de aquella mujer. No escribe, por tanto, para aclarar su mente, para separar lo que es realidad de lo que es ilusión, la verdad de la mentira. Muy al contrario, ella es consciente desde el principio de que esto no va a ser posible, y nos avisa al comienzo de su memoria.
Con ello, Imp persigue exorcizarse de su hechizo. Tal y como Kiernan estructura la historia, Imp no termina de salir de su encantamiento hasta que no escribe en su memoria la despedida de Eva Canning, ya al final del libro, en una escena de tono bastante romántico, con un lento adiós (más bien una especie de «dejar ir») en la playa.
Kiernan nos presenta, por un lado, no solo la narración de la historia, sino también la narración del proceso exorcizador de Imp que constituye la propia escritura de la memoria, y que va afectando y retroalimentando la manera en la que la protagonista nos cuenta su historia[4]. A medida que Imp va escribiendo su experiencia, lo va reviviendo todo. Y va sufriendo. Y nosotros contemplamos su sufrimiento e intentamos comprenderlo. Y este sufrimiento va alterando su escritura y, por tanto, la veracidad de lo que nos cuenta.
Pero, por si no fuera suficiente, a esta doble capa se añade otra: la intervención de Imp como organizadora del texto que redacta ella misma en una tercera persona que, de alguna manera, supervisa la escritura de la Imp redactora, y que aparece al principio o al final de algunos capítulos, como si la propia narradora necesitara invocar una mano que le dictara el camino a seguir:
“That’s enough for now,” Imp typed. “Get some rest. It’ll still be here when you come back.”
«Suficiente por ahora —escribió Imp—. Vete a descansar. Yo seguiré aquí cuando vuelvas».
La complejidad de la obra no se queda en el aparato formal. Como dije, durante la lectura nos cuestionamos la realidad de todo lo que Imp nos está contando. Al comienzo de la obra Imp nos confiesa que las figuras antagónicas de la sirena y de Caperucita Roja la han obsesionado desde su infancia. Esa obsesión determina, por tanto, su interpretación de los hechos. Y cuando Imp nos confiesa esto, surgen las preguntas: ¿nos está recalcando la importancia que revisten los hechos para ella o nos está advirtiendo sobre la irrealidad del carácter sobrenatural de Eva Canning, un personaje sobre el que ella ha vertido todas sus obsesiones dotándole de un carácter fantástico?
La complejidad es también referencial: Kiernan despliega a lo largo de La joven ahogada todo un elenco de referencias históricas de ambos mitos (sirena y hombre lobo) y sus distintas interpretaciones, encarnaciones, encantamientos, folklore local y arte relacionado. La Dalia Negra, los impresionistas americanos, el bosque de los suicidas, la historia de la licantropía francesa o de los colonos americanos, criaturas fluviales, la poesía gaélica medieval, poesía victoriana, o el mismísimo Moby Dick, son solo algunos de los ejemplos. Todas estas referencias Imp las asocia con sus experiencias de una manera más evocadora que causal, y cualquiera de ellas se puede tomar como punto de partida para ahondar en el misterio, pero sin llegar a resolverlo jamás.
Quedado claro, por tanto, que La joven ahogada: una memoria es una obra muy compleja, cuya construcción a este humilde redactor se le antoja titánica, no solo en la mencionada complejidad formal y de fondo, sino también en la inmersión profunda por parte del autor en la voz del personaje principal.
Es un rompecabezas de ideas, referencias, sentimientos, deseos, frustraciones y ansiedades que, según vas leyendo, te vas dando cuenta de que es irresoluble, de que existen tantas versiones como lectores, de que es como un crucigrama con casillas negras que cada cual puede completar a su antojo. Imp nos presenta sus piezas en un orden determinado para hacerlo comprensible, para mostrarlos la relación que tienen todas ellas entre sí y para garantizarnos que no se ha colado ninguna pieza de ningún otro puzle por error. Toda esa información es relevante para Imp y, por tanto, para su versión de la historia.
Como consecuencia de todo ello, la lectura no se hace fácil. Por lo menos, a mí no me lo ha parecido. Es frecuente preguntarse hacia dónde va un texto que te ha enganchado con la promesa de una explicación a determinados acontecimientos supuestamente fantásticos, que al final nunca llega (no de manera explícita, al menos). Exige un esfuerzo del lector por dejar de cuestionarse, por aceptar que la recompensa del viaje no son respuestas, sino más preguntas, y por dejarse llevar dentro de la mente de la protagonista y la profundización en los temas que la obra aborda.
El más notorio de ellos, sin duda, es el significado del lenguaje. La obra se interroga a sí misma constantemente. Duda de su propia capacidad para explicar y, no obstante, establece una relación con el lenguaje madura, pero también esquiva e inestable.
I find that I’m quickly, unexpectedly coming to realize that I’m trying to tell myself a story in a language that I’m having to invent as I go along.
Encuentro que me estoy dando cuenta inesperada y rápidamente de que estoy tratando de contarme una historia en un idioma que me tengo que inventar a cada paso.
I don’t know the right words, and maybe that’s because there are no right words to pull a haunting out into the light and trap it in ink and paper.
No encuentro las palabras correctas, y quizá sea debido a que no existen las palabras correctas para desentrañar un hechizo y atraparlo en tinta y papel.
La obra también habla de los hechizos, de la capacidad para embrujar u obsesionar a alguien (to haunt). Se diría que Imp está obsesionada o hechizada por el hechizo en sí, por la forma en que escribe sobre ellos. Pero es que la misma obra es hechizante, como un grimorio mágico que atara al lector y lo llenara de ideas, de posibilidades, de enigmas que explorar con los que es fácil obsesionarte (si eres la clase de persona que se interesa por un libro como este, que probablemente sea tu caso si estás leyendo esto). De hecho, así fue para mí, que la leí en siente días, completamente absorbido por ella, y el hecho de terminarla supuso en cierta forma una liberación.
Pero el tema del hechizo nos retrotrae al del significado, porque un hechizo (cualquier hechizo) es consecuencia directa de los significados que otorgamos a aquello que nos hechiza, y la novela nos lo aclara: no puede hechizarte aquello que ignoras, pero sí lo desconocido porque ya lo has experimentado. Es cuando otorgamos significado a algo que aquello puede hechizarnos. Y el hechizo consiste en desentrañar su sentido para nosotros. Pero solo podemos romperlo cuando asumamos la futilidad de nuestra empresa.
[…] hauntings are contagious. Hauntings are memes, especially pernicious thought contagions, social contagions that need no viral or bacterial host and are transmitted in a thousand different ways. A book, a poem, a song, a bedtime story, a grandmother’s suicide, the choreography of a dance, a few frames of film, a diagnosis of schizophrenia, a deadly tumble from a horse, a faded photograph, or a story you tell your daughter.
[…] los hechizos son contagiosos. Son memes, pensamientos contagiosos y especialmente perniciosos, contagios sociales que no necesitan huésped vírico o bacteriológico y se transmiten de miles de formas distintas. Un libro, un poema, una canción, una historia antes de dormir, el suicidio de una abuela, la coreografía de una danza, unos pocos planos de una película, una diagnosis de esquizofrenia, una caída mortal a caballo, una fotografía desteñida o una historia que cuentas a tu hija.
Too often, people make the mistake of trying to use their art to capture a ghost, but only end up spreading their haunting to countless other people.
Muy a menudo, los artistas cometen el error de intentar atrapar a un fantasma con su arte, pero solo terminan extendiendo el hechizo a una incontable cantidad de gente.
That’s another sort of being haunted: starting something and never finishing it.
Esa es otra manera de hechizarse: empezar algo y nunca terminarlo.
Por último, la identidad. ¿Qué es la identidad sino el significado que otorgamos a una persona? Y para otorgar significado a alguien en nuestras vidas necesitamos saber quién es para nosotros. Para Imp la identidad de Eva Canning es un misterio, pero también lo es la suya propia, pues la búsqueda de Imp a través de la escritura de esa memoria lo es de su propia identidad también.
Duality. The mutability of the flesh. Transition. Having to hide one’s true self away. Masks. Secrecy. Mermaids, werewolves, gender. The reactions we may have to the truth of things, to someone’s most honest face, to facts that run counter to our expectations and preconceptions. Confessions. Metaphors. Transformation.
Dualidad. La mutabilidad de la carne. Transición. Tener que esconder el yo verdadero. Máscaras. Secretos. Sirenas, hombres lobos, género. Las reacciones que podemos tener a la verdad de las cosas, a la cara más honesta de alguien, a los hechos que acontecen en contra de nuestras expectativas o prejuicios. Confesiones. Metáforas. Transformación.
Entre los referentes que Kiernan maneja, están elementos del gótico (esa maldición heredada entre las mujeres de la familia Phelps en la forma de enfermedad mental que Imp también sufre, o la asociación de elementos del paisaje urbano de Providence con símbolos de la novela gótica: castillos y bosques) y de novelas fundamentales para el género como La maldición de Hill House, que supone una gran influencia en la construcción de personaje y tema (ambas novelas nos muestran la interpretación de los hechos por parte de una narradora poco fiable con una mente obsesiva, y ambas novelas narran hechos que se pueden interpretar como delirios de sus respectivas protagonistas).
Pero la novela de Kiernan referencia también otra de sus propias obras. En un momento dado, Imp descubre que Eva Canning formaba parte de un culto denominado «Puerta Abierta de la Noche», liderado por Jacoba Angevine, cuyos practicantes se suicidaron en masa ahogándose en el mar. El lector en español de Kiernan recordará inmediatamente el nombre de Jacoba Angevine[5] porque es un personaje fundamental de Casas bajo el mar, relato incluido en la recopilación Ominosus, editado por la extinta Fata Libelli allá por el año 2013. Este relato es seis años anterior a La joven ahogada y, de hecho, se podría considerar como un ensayo de esta novela, en la medida de que el protagonista también trata de entender a Jacoba y los eventos que la rodean:
Todos esos momentos disociados, desconectados o conectados con tal multiplicidad que nunca seré capaz de desligarlos ni de encontrar una narrativa coherente. Ese es mi despropósito, mi engreimiento, pensar que puedo fabricar una simple historia a partir de todo lo que ha ocurrido.
Es como la historia de fantasmas dentro de la historia de fantasmas dentro de la historia de fantasmas.
No es cometido del escritor «contarlo todo», ni siquiera decidir qué dejar, sino decidir qué quitar. Lo que queda, la exigua suma de esa profana escisión, es la quimera bastarda que llamamos «historia». No estoy construyendo, estoy recortando. Y todas las historias, ya se anuncien como verdad o se reconozcan como falsedad, son ficciones, escindidas de cualquier hecho objetivo por la ya mencionada acción de recortar.
Podrías encontrarte cualquiera de estas frases en La joven ahogada, pero todas son de Casas bajo el mar.
Su lectura es un buen complemento a la novela. Es un relato estupendo y contiene escenas que se graban en la mente del lector, como la visita al almacén donde se reunía la secta, o las imágenes de vídeo que obsesionan al protagonista, pero en sí no aporta ninguna clave para discernir la realidad de los hechos narrados en La joven ahogada: Jacoba Angevine se desvela como un ser sobrenatural, pero seguimos sin estar seguros de si su compañera, Eva Canning (que no aparece en el relato) también lo sea.
Creo que con esto lo he dicho todo. Me da la impresión de que, intentando analizar esta obra, he acabado un poco como su protagonista, obsesionado y sin una idea clara de qué es lo que me ha pasado al encontrarme con el libro, y también de que, en cierto modo, la escritura de esta reseña persigue la liberación del hechizo que La joven ahogada ha supuesto para mí.
No creo que sea una novela de fácil lectura, no por el estilo de Kiernan, que es magnífico, sino por lo esquivo de su trama y la complejidad de su estructura. Como he dicho, me parece un trabajo titánico el ensamblaje con éxito de todas las piezas del rompecabezas, en la medida en que el lector se pueda sentir fascinado, o hechizado, por la obra misma, de lo que espero estas líneas hayan podido dar debida cuenta.
Si queréis más información sobre la obra, y una opinión mucho más fundamentada que la mía, os recomiendo el episodio 4 del podcast Todo tranquilo en Dunwich, que a partir del minuto 43 está dedicado a La joven ahogada.
[1] Imp, además, en inglés significa «diablillo»)
[2] La esquizofrenia paranoide es un tipo de esquizofrenia «en la que predominan las ideas delirantes relativamente estables, que suelen acompañarse de alucinaciones, en especial de tipo auditivo y de otros trastornos de la percepción. Sin embargo, los trastornos afectivos, de la voluntad y del lenguaje y los síntomas catatónicos pueden resultar poco llamativos […] suele ser frecuente una cierta incongruencia afectiva, al igual que una cierta irritabilidad, ira, y suspicacia, y un cierto temor […]. Constituye el tipo más frecuente de esquizofrenia en la mayor parte del mundo». Diccionario de Términos Médicos. Real Academia de Medicina de España.
[3] Las citas de la novela están extraídas del original en inglés. Esta traducción, y todas las que le siguen, son propias. Sus fallos e imperfecciones son exclusiva responsabilidad mía.
[4] Ejemplo paradigmático de ello es el capítulo 7 de la novela, en el que Imp, después de sufrir una crisis, encauza su estilo hacia un flujo de conciencia en el que el número 7 toma un carácter obsesivo.
[5] Kiernan siempre ha tenido un don especial para bautizar a sus personajes (Dancy Flammarion, la protagonista de Alabaster, es otro de esos nombres imposibles de olvidar) y sus nombres resuenan inevitablemente en la memoria del lector.
PIE DE ILUSTRACIÓN: Winslow Homer. En la orilla a sotavento (frg., 1900), uno de los pintores referenciados en la novela.