Este trimestre he sufrido una cierta obsesión con la tercera temporada de Twin Peaks que ha tenido consecuencias en mis lecturas, entre otros ámbitos de mi vida. Además han caído un comic nostálgico, una antología de relatos absolutamente magistral, dos cosillas de Cerbero y un fantasma bizarro.
Comencemos, como siempre, por lo excepcional. Behold the Void es una antología de relatos de Philip Fracassi, que va a ser publicada en español como Contemplad el vacío antes de fin de año por Dilatando Mentes. Corred a por ella. Los años de experiencia como guionista del autor se notan en una puesta en escena visual e inmersiva, en la tensión que va creciendo sin prisa pero sin pausa, en los mecanismos narrativos cinematográficos (como el montaje paralelo), o en un compendio de personajes muy bien caracterizados. Fracassi se cuida muy bien de encontrar la empatía con el lector, empleando situaciones a través de las cuales nos podemos identificar con los protagonistas. En esta serie de entrevistas para This is Horror, explica que gran parte de su esfuerzo creativo se dirige a emocionar y entretener al lector, a conducirlo por una experiencia visceral tan intensa que, a larga, consigue dejar poso. Behold the Void es una colección que no renuncia a lo espeluznante, a recorrer los caminos más inquietantes del terror moderno, ni tampoco al realismo más duro, incluso al gore. Laird Barron, en su introducción a la antología, lo entronca no sólo con la corriente weird moderna a la que pertenece claramente, sino también a las obras de género americano de los 70 u 80 por su crudeza y falta de compasión por los personajes. Con este libro, además, puedes aprender cosas como que existe un mercado negro de carne de caballo de carreras. Algo que da que pensar sobre determinada naturaleza humana. Es una muestra más de lo inquietante que recorre todos los relatos de esta antología que recomiendo vivamente.
Durante el mes de mayo he estado viendo la tercera temporada de Twin Peaks, serie de la que soy muy fan, y que me ha tenido bastante absorbido. Para prepararme para tan magno evento, me he estado poniendo al día, además de con las dos temporadas anteriores, en lecturas varias.
Regreso a Twin Peaks (Varios Autores, editado por Errata Naturae), es una colección de ensayos que no sigue un patrón predeterminado. Algunos de ellos son repetitivos, pero hay varios que merecen mucho la pena. Michel Chion pone de relieve varias líneas temáticas presentes en la serie, como el bienestar frente al tumulto, la noche, el melodrama o la mezcla de géneros, dejando por el camino algunas frases para el recuerdo (“el núcleo inicial de Twin Peaks parece que es un conciliábulo nocturno de jovencitas formales que, en una sala o un dormitorio, juegan a inventarse horrores”). Aaron Rodriguez Serrano se detiene en algunas interpretaciones en clave filosófica, como la falta de sentido o causalidad, la concepción del tiempo, los elementos simbólicos, el dopplegänger, o el metalenguaje de la figura de Laura Palmer. Mi ensayo favorito es el de Michael Thomas Carroll, que bucea en los referentes de la mitología americana y la literatura de los pioneros (James Fenimore Cooper, Washington Irving, etc). Así, el agente Cooper se entronca con el ideal de pionero en su identificación con lo natural y en su desdén por la mujer, que representa la fuerza civilizadora. Frente a él Bob entronca con la figura mítica del indio malvado acechante. Hilario J. Rodríguez destaca el sentido del vacío escénico de los encuadres, el tratamiento “mineral” de los actores, la influencia del cine de Tourneur, y una muy aguda vinculación con el cine de Nicholas Ray y el sueño americano. Carlos Losilla, en un ensayo que me remite inevitablemente al trabajo de Eugenio Trías, entronca la serie con la base de cine clásico americano que sustenta toda la obra de Lynch, para terminar en lo sublime, categoría que es evidente en la serie. Hay además un recomendable relato breve al final, sobre la famosa Diane de la grabadora.
La historia secreta de Twin Peaks, de Mark Frost, es un libro orientado a preparar al aficionado para la tercera temporada. No desvela ninguno de los misterios fundamentales de la serie, pero sí los sitúa dentro de un lienzo compuesto por brochazos de la historia paranormal de los Estados Unidos, desde los primeros exploradores (Lewis y Clark), hasta el asesinato de Kennedy, pasando por el fenómeno OVNI, el presidente Nixon o el mismísimo Aleister Crowley. La lectura es inmersiva, fruto de la lujosa edición, que ha contado con una cuidadosa adaptación al español por parte de la Editorial Planeta. Es un Interesante complemento transmedia con valores propios, pero de escaso interés para lectores ajenos a la serie televisiva.
Twin Peaks - The Final Dossier, de Mark Frost, supone un complemento a la tercera temporada, y carece de sentido sin ésta. Se lee en unas pocas horas y cierra algunas incógnitas que no se resuelven en la serie. No es imprescindible para entender la serie (porque la serie va de otra cosa) pero complementa información para los curiosos. Sólo para fanáticos de la serie.
La editorial Cerbero tiene una línea bastante bien definida que ha sabido conectar con el público de género de este país. Sierra Norte es una interesante propuesta en forma de serie con capítulos escritos por autores diferentes. Este primer capítulo (Cuerpos, Cristina Jurado y Alicia Pérez Gil) queda en la memoria por su estilo, escenario y la secuenciación de acontecimientos extraños vividos en una localidad rural española que impactan de maneras diversas, con consecuencias distintas y en algunos casos sorprendentes, en sus habitantes. Muy recomendable. Quedo con ganas de ver por dónde avanza la trama en los siguientes capítulos. Gamusinos, de Raquel Froilán, es una novela corta cuya trama avanza a partir del contraste entre dos personajes que coinciden en un planeta lejano, olvidado y misterioso. Uno es dominante, activo, hedonista y extrovertido. El otro es introvertido, pasivo y victimista. Las experiencias extraordinarias del segundo y la pretensión del primero de cazar al bicho más peligroso del mundo, acaban confluyendo en el clímax final. Me ha gustado su estilo dinámico y puntuado con humor, pero sobre todo la muy lograda caracterización del cazador.
Haunt, de Laura Lee Bahr, ha sido traducida como Fantasma por Orciny Press en España, y lo leí como preparación al Festival Celsius al que iba a acudir su autora. Es la historia en primera persona de un fantasma que busca resarcir su asesinato, y así encontrar el descanso eterno. La trama se articula en torno al misterio del asesino, y se desarrolla a través de diferentes momentos temporales de la vida de los protagonistas. Al final de algunos capítulos se nos dan dos alternativas, a la manera de aquellos libros de Elige tu propia aventura que yo devoraba en mi infancia, pero esto no influye en la estructura de la historia más allá de ser puntos a partir de los cuales la narrativa se desdobla o converge, en un interesante ejercicio de posibilidades, que muchas veces se resuelve con bastante sorpresa. Está escrita con un estilo envidiablemente dinámico, lleno de coloquialismos, lo que se traduce en una lectura muy adictiva. El siguiente libro de la autora acaba de ser publicado también por Orciny Press, y tuve la inmensa suerte de que la autora me dedicara su edición en español (Porno religioso improvisado) en la caseta de la editorial en el Celsius.
Y vamos con el tebeo nostálgico. Paper Girls 1 a 5, con guión de Brian K Vaughan, dibujo de Cliff Chiang y tintas de Matt Wilson, tiende a ser comparado en los medios con la serie Stranger Things. El punto de partida es atractivo: las aventuras de cuatro chicas adolescentes que se dedican a repartir periódicos para sacarse unos dinerillos en uno de esos suburbios americanos de los 80. Tiempo y espacio icónicos, por tanto, a los que el guionista Brian K Vaughan imprime el dinamismo de una escritura deudora de aquella época. Me ha gustado el retrato de las protagonistas: por parte del guionista se engarzan hábilmente sus deseos de independencia, y los temores que los acompañan, en la historia general. Asimismo, Cliff Chiang las dibuja diferenciadas y caracterizadas con expresividad, en trazos de apariencia fácil y composición eficiente. La paleta de colores de Matt Wilson, enclavada en la hora azul de un amanecer eterno, es un placer de mirar.
Y hasta aquí. En mi perfil de goodreads tenéis las reseñas de todos estos banquetes con algo más de extensión.