Lecturas del año (2ª parte): puestos de honor

Cosas interesantes que no han llegado a los primeros puestos.

En la entrada anterior de este blog comentaba mis mejores lecturas del año 2023. Por el camino se quedaron algunas que no merecen ser relegadas al olvido, porque todas las selecciones son injustas. De nuevo, hay de todo y aquí se refleja el puro gusto personal. Por orden de lectura.

The Cabin at the End of the World, de Paul Tremblay (Harper Collins): la adaptación al cine de Shyamalan despertó mi interés por la novela original. No he visto la peli, pero la obra de Tremblay tiene entidad literaria propia, por que el autor juega con el punto de vista cambiante para ofrecernos una reflexión de máxima actualidad sobre la información y el poder. Mi reseña, entre otras, en este enlace.

Kwaidan, de Lafcadio Hearn (Valdemar. Traducción de Marián Bango): los relatos de Hearn oscilan entre lo exótico e inquietante para derivar, hacia el final del volumen, en una prosa poética llena de ensoñación que recuerda a Lord Dunsany o a los relatos oníricos de Lovecraft. La introducción de Jesús Palacios sobre la vida y obra de Hearn es una gozada, porque la vida de este hombre da para una miniserie.

Bukowski-Schultheiss, de Matthias Schultheiss (La Cúpula. Traducción de Narcís Fradera y Rubén Lardín): un dibujo impresionante, en el que recrearse durante horas, para unas historias secas, duras y jodidas como las vidas de los perdedores que aquí se narran sin romanticismos de ningún tipo.

Las crónicas del sochantre, de Álvaro Cunqueiro (Destino): el viaje del sochantre de una localidad bretona por la Francia revolucionaria acompañado de una hueste de cadáveres. Leer este libro es como comerse un banquete organizado por Grimod de la Reynière.

The Tindalos Asset, de Caitlín R. Kiernan (Tor): tenía pendiente el cierre del Tinfoil Dossier desde hacía un par de años. La novela mantiene la estructura episódica de las dos entregas anteriores. Menos compleja que Black Helicopters, supone un cierre perfecto al arco narrativo iniciado en Agentes de Dreamland (Alianza Runas) y uno se queda con ganas de saber más sobre el universo lovecraftiano distópico que Kiernan ha creado para la serie. Una auténtica lástima que en la editorial española no hayan apostado por continuar la trilogía en nuestro idioma, porque es de lo mejorcito en horror cósmico contemporáneo.

Guía espiritual de Castilla, de José Jiménez Lozano (Ámbito): la historia de España que nadie me había contado. Me hizo sentir asombro y una cierta conexión con una esfera espiritual a la que ya no se presta ninguna atención desde los medios, salvo para hacer los chistes de rigor. Es de esos libros que a uno le da por pensar que deberían estudiarse en los colegios.

The Long Walk, de Stephen King (Hodder & Stoughton): novela de juventud de Stephen King y una de las primeras que yo leí del autor en mis años mozos, a la que volví este verano. Es impresionante cómo King, lejos de amilanarse por el escenario (gente andando todo el rato), lo utiliza para ir aumentando la tensión hasta el clímax final. Uno que escribe se retuerce de envidia viendo lo que el pequeño Estebanito era capaz de hacer.

The Drive-In, de Joe R. Lansdale (Underland Press): en palabras de Brian Keene, el texto fundacional del bizarro. Una novela adictiva y una parábola de la sociedad consumista que habitamos. El rey de las palomitas es uno de esos antagonistas inolvidables. La historia no se cierra y tiene varias continuaciones, que leeré religiosamente. Recientemente se ha editado una antología de relatos en homenaje a este universo. Urge rescatarlo en español.

Boys in the Valley, de Philip Fracassi (Tor): un libro que se devora. Fracassi maneja estupendamente la multiplicidad de personajes (creando algunos de ellos memorables por el camino), la estructura clásica y los cliffhangers para mantenerte pegado al papel.

Hablemos de langostas, de David Foster Wallace (DeBolsillo. Traducción de Javier Calvo): da igual si Foster Wallace te habla durante cientos de páginas de letra apretada sobre la campaña de un candidato republicano por distintas ciudades de EE. UU. o sobre la decadente cadena de radio local o de las tendencias de la lingüística anglosajona contemporánea. Tú te lo comes todo con patatas en un permanente estado de maravilla y quieres seguir leyendo sin parar a Foster Wallace.

El árbol de las brujas, de Ray Bradbury (Minotauro. Traducción de Matilde Horne): Bradbury me condujo por los orígenes de Halloween y por lo mejor de la infancia y de mis lecturas de adolescencia, una vez más. ¿El mejor libro de Halloween? Yo digo que sí.

Haunted Nights, de Ellen Datlow y Lisa Morton (ed.) (Blumhouse Books/Anchor Books): no tenía muchas esperanzas con una antología de relatos sobre Halloween, pero este libro me ha sorprendido gratamente con algunas de las mejores historias de terror leídas este año. Muy recomendable. Mi reseña aquí.

101 Books to Read Before You're Murdered, de Sadie Hartmann (Page Street Publishing): un trabajo de amor por el género contemporáneo anglosajón en un formato fabuloso. Aunque está demasiado escorado hacia las obras más actuales (el 84% de los libros reseñados son posteriores a 2013), todo lo que se incluye en el libro es digno de atención.