El 2 de julio pasado tuve el gusto de participar en una charla online, que podéis ver en este link, con algunos compañeros del Club de Lectura de terror de Dentro del Monolito acerca de Noctuario, la antología de relatos de Thomas Ligotti publicada en español por Valdemar.
Fue interesante intercambiar opiniones sobre el libro y descubrir cómo cada uno de nosotros había interpretado a un autor tan especial. Personalmente, la obra de Ligotti me interesa mucho. Representa una evolución que considero natural dentro de la corriente weird fiction que consolidó Lovecraft. Rafael Llopis lo expone muy bien en el famoso prólogo a la antología Los Mitos de Cthulhu de Alianza: el terror materialista de Lovecraft rompe con la tradición clásica y establece nuevos cimientos para el género (con materiales prestados de Machen, todo hay que decirlo[1]), lo que supuso una revolución definitiva en la ficción fantástica, de la que un siglo después todavía nos nutrimos. Ese materialismo de Lovecraft, que ya era fundamental en su concepción del género, se vuelve extremo en la obra de Ligotti quien, tiñendo su obra de la filosofía existencialista posterior (Cioran, sobre todo), ha creado un corpus singular y concreto del que, como comentaba Jota en la charla, le cuesta salir. Y es que la obra de Ligotti es estrecha y profunda, como una afilada herida.
Hay, por tanto, en Ligotti una depuración de la ficción weird lovecraftiana, una destilación de una vena existencialista ya que existía en aquella. Así, aunque existen diferencias importantes de perspectiva y estilo literario entre ambos autores, muchos lectores de Lovecraft sentimos que Ligotti recoge el testigo que Lovecraft dejó; que, en cierta manera, escribe aquello que el maestro escribiría si aún estuviera entre nosotros, y no nos equivocaríamos mucho al considerar la mayor parte de la ficción escrita por Ligotti como una destilación, o una expresión en términos contemporáneos, de lo mejor de Lovecraft (Cardin, 2003).
Esta destilación la realiza Ligotti partiendo de una de las bases de la ficción weird, la del misterio que es motor de la acción y origen del extrañamiento cuya explicación debe permanecer oculta:
Escribí un ensayo llamado “En la noche, en la oscuridad: unas palabras sobre la percepción de la ficción de lo extraño”[2]. Hacia el final de este, afirmaba que “Por definición, el relato de lo extraño se basa en un enigma que jamás se desvela”. Sin entrar en matices, lo que me parece importante de un relato weird es el misterio insondable que genera la acción y que materializa las manifestaciones que se narran. Un buen ejemplo es la historia weird favorita de Lovecraft, Los sauces, escrita por Algernon Blackwood. (Weird Fiction Review, 2011).
Sin embargo, y esto es algo de lo que nos daremos cuenta relativamente pronto al leer su obra, ese misterio insondable, esa terrible revelación de la que solo podemos obtener destellos fugaces, en el fondo para Ligotti es una ficción en sí misma, porque al descorrer el velo lo único que hay detrás es la pesadilla de mirarnos a nosotros mismos. La máscara (otro símbolo utilizado por Ligotti con profusión) está vacía: la revelación es la nada, y la realidad es decepcionante en sí misma.
S.T. Joshi, en su muy recomendable ensayo The Modern Weird Tale, hace abstracción de todo ello y reevalúa la obra de Ligotti siempre bajo el omnipresente foco lovecraftiano: «whereas Lovecraft tries to make the unreal real, Ligotti tries to make de real unreal» (Joshi, 2001). Yo no sé si estoy muy de acuerdo con la segunda parte de esta afirmación, porque lo irreal en la obra de Ligotti, aunque pueda parecer seductor, o se convierta en una obsesión para sus personajes, suele acabar desvelándose terrorífico, en un final típicamente desesperanzado que me recuerda a Edgar Allan Poe.
Pero, sin duda, la mayor influencia proviene de Lovecraft. Y no se queda solo en un referente temático o de género: su figura lo empapa todo y uno no puede evitar pensar continuamente en él mientras está leyendo a Ligotti. Para él, Lovecraft no solo es un escritor cuya obra admira, sino también un ser humano con el que siente un profundo parentesco (Cardin, 2007). Él mismo ha zanjado el tema de forma definitiva: «I don't know what would have become of me if I hadn't discovered Lovecraft» (Wilbanks, 2004), «H. P. Lovecraft has been, bar none other, the most intense and real personal presence in my life» (Paul & Schurholz, 1999).
Esta influencia se hace patente en múltiples planos, y quizá el más evidente sea el estilístico: Ligotti ha entrenado su escritura hasta alcanzar un estilo único, identificable y de calidad elusiva. Hay quien piensa que es mediocre (y en ese sentido hemos tenido alguna opinión en el club de lectura). Pero precisamente eso mismo ocurre con el estilo arcaico y barroco de Lovecraft: puedes encontrar tantos detractores y admiradores del estilo de este como del de Ligotti, y es que ambos son igualmente difíciles de valorar bajo nuestros estándares.
También hay similitudes entre ellos en cuanto a los temas que tratan, particularmente los sueños, aunque luego cada uno los utilice a su conveniencia: Lovecraft siguiendo la influencia de Dunsany, y Ligotti primando la pesadilla sardónica y kafkiana.
Los dos parecen tener las mismas ambiciones en cuanto al género: ambos han escrito prosa poética, o pequeños fragmentos de animación lírica, y al igual que El horror sobrenatural en la Literatura, Ligotti también ha escrito su ensayo fundamental, La conspiración contra la especie humana.
Pero la influencia de Lovecraft va más allá de lo puramente literario. A través de sus declaraciones, de su aversión a los medios y del direccionamiento de su obra, Ligotti se ha instalado en un personaje que él mismo ha construido, a semejanza de Lovecraft[3]. Tanta potencia tiene ese personaje que existe el rumor, como explica Jesús Palacios en el prólogo de Noctuario, de que en realidad Ligotti no existe, sino que es el pseudónimo de algún otro escritor.
Puede decirse entonces que la escritura de Ligotti está literalmente animada por Lovecraft. Y uno no puede evitar sentir algo inquietante en ello: en el hecho de que un autor, a través de su obra, se haya levantado de entre los muertos y haya poseído de esta manera a otro, como si del argumento de un cuento clásico de fantasmas se tratara.
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En la charla preguntaba Jota por el futuro de Ligotti, queriendo ver una posible evolución como escritor. Lo cierto es que Ligotti ya ha tenido su evolución, depurando su estilo al máximo hasta llegar a los niveles de, por ejemplo, El Tsalal (nuestro relato favorito de Noctuario), y también depurando la forma hasta alcanzar esa abstracción que está presente en buena parte del libro, pero siempre manteniéndose en esa estrecha temática que solo él cultiva.
Si atendemos al calendario de publicaciones de Ligotti su caudal creativo parece estar en franco decaimiento. Una gran parte de su obra se publicó en ocho años (del 86 al 94), con adiciones bastante posteriores, notablemente en los años 2002, 2006 y 2010, como se puede comprobar en la lista de publicaciones de cierta magnitud:
Songs of a Dead Dreamer (1986, revisado en 1989 y publicado en español por Valdemar en 2019).
Grimscribe: His Lives and Works (1991, publicado en español por Valdemar en 2015).
Noctuary (1994, publicado en español por Valdemar en 2012).
The Nightmare Factory (1996), antología que recopila relatos de las tres anteriores, incluyendo nueva obra breve en su sección final.
My Work Is Not Yet Done: Three Tales of Corporate Horror (2002)
Teatro Grottesco (2006, publicado en español por Valdemar en 2016).
The Conspiracy against the Human Race (2010, publicado en español por Valdemar en 2015).
The Spectral Link (2014), breve libro que contiene dos relatos.
Teniendo en cuenta que Ligotti cuenta ya con 67 años y que se prodiga cada vez menos en la publicación de obra nueva, es difícil esperar algo distinto en un escritor que cultiva sistemáticamente un tipo de terror tan especial, que por derecho propio ha convertido en una especie de marca personal.
Y, pese a esta obra no muy extensa, Ligotti se ha convertido en un referente y ha creado un subgénero, el horror ontológico, que cuenta con un número creciente de discípulos, cada uno aportando su mirada particular. Quizá el más notorio de ellos sea Jon Padgett, ventrílocuo, escritor, editor y administrador de la web Thomas Ligotti Online, a la que pronto o tarde acabarás llegando si te interesa todo esto. Padgett es el autor de El secreto de la ventriloquia, que menciona José Luis en la charla, editada en España por Dilatando Mentes, y que es una antología muy recomendable, con una voz propia que se fija en la memoria del lector. A mí ese libro me encantó. En su sello Grimscribe Press edita la revista Vastarien, «un punto de partida para el estudio crítico y la aportación creativa sobre el corpus de Thomas Ligotti y autores e ideas asociadas», y algunas obras de otros discípulos de Ligotti.
Dilatando Mentes, en su línea Rara avis, ha editado La oscuridad innombrable, de T. E. Grau, un autor que comparte esa visión del género. No lo he leído, por lo que no os puedo dar más referencias. Me interesa mucho su novela I Am The River, ambientada en la guerra del Vietnam, que será publicada también por Dilatando Mentes el año que viene, según anunciaron por Facebook.
Dilatando Mentes también nos traerá el año que viene The immeasurable Corpse of Nature, de Christopher Slatsky, que en EE. UU. ha salido con Grimscribe Press, y una antología de Matt Cardin llamada Darkness his Hiding Place. Así que en mercado español también vamos a contar con varias referencias de horror ontológico.
Nicole Cushing es otra autora para tener en cuenta, con obras como A Sick Gray Laugh, The Sadist Bible o Mr. Suicide (ganadora de un premio Bram Stoker), y publicó en 2019 con Grimscribe Press su obra The Half-Freaks. En inglés hay también una antología de relatos, The Grimscribe's Puppets, editada por Joseph S. Pulver, que se me antoja imprescindible. En cuanto a ensayo, The Thomas Ligotti Reader, del 2003, recopila aportaciones valiosas de distintos autores.
Queda claro, entonces, que el horror ontológico ha venido para quedarse. Pensando en todas las tendencias surgidas de la explosión del terror de los años ochenta (body horror, slasher, la obra de Clive Barker, Neil Gaiman…), se me ocurre que es el «niño rarito» de la clase. Vista con retrospectiva, aquella época ha generado material del que seguimos nutriéndonos cuarenta años después. Una época fascinante, ¿no es cierto?
En nuestro idioma el horror ontológico no se ha cultivado como tendencia, que yo sepa. Si tú, querido lector, puedes ilustrarme, no dudes en decírmelo. Husmeando un poco uno puede rastrear su influencia en algunos autores e iniciativas. Sin ir más lejos, la revista Círculo de Lovecraft dedicó su número 11 a Thomas Ligotti, en el que tuve el honor de participar con mi Transcripción de las notas manuscritas de un cuaderno encontrado en la habitación de una pensión en las afueras (con ese título ya tenía medio relato escrito; el resto salió solo). También he encontrado algunos ecos de horror ontológico en Arañas de Marte, de Guillem López, aunque no estoy seguro de hasta qué punto esto es algo pretendido por el autor o solo una percepción mía.
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Decía Jota en el debate que, al leerlo, le dio la impresión de que a Ligotti no le gusta la realidad. Efectivamente, es así. Él mismo lo confirma en una de sus frases más citadas: «Existence equals Nightmare. Unless life is a dream, nothing makes sense. For as a reality, it is a rank failure» (Professor Nobody’s Little Lectures on Supernatural Horror, en Ligotti, 1989)[4].
O, en otra entrevista:
My outlook is that it's a damn shame that organic life ever developed on this or any other planet, and that the pain that living creatures necessarily suffer makes for an existence that is a perennial nightmare. This attitude underlies almost everything I've written[5]. (Robert Bee, Interview with Thomas Ligotti, 1999, citado en Cardin, 2003)
Alguien me dijo una vez que «la vida es una broma, y que te haga reír o llorar depende exclusivamente de tu sentido del humor». Pues bien, para Ligotti la vida es una broma amarga y eso se trasluce en toda su obra. Es duro incluso para los antinatalistas, con quienes comparte filosofía: en el foro de Reddit sobre antinatalismo (sí, existe tal cosa), encuentras opiniones como «I like him a lot. Granted, he’s pretty depressing, even for an antinatalist» o «[…] he's too fatalistic in my opinion» (lo que no deja de ser una manera elegante de decir lo mismo).
Este pesimismo es omnipresente, y empaña no solo su ficción, sino también su ensayística, e incluso su concepción del género. En su ensayo The Consolations of Horror (Los consuelos del horror, Ligotti, 1989) argumenta que todas las racionalizaciones argüidas para explicar la popularidad del género son construcciones efímeras, pues ninguna de ellas otorga una satisfacción profunda o duradera. La única explicación, el único consuelo que el terror nos proporciona es que sencillamente, alguien comparte tus sentimientos y con ellos ha producido una obra de arte que tú, como lector o espectador, puedes apreciar.
Quizá no sea una buena idea darse un atracón de Ligotti. A mí, desde luego, me cuesta acercarme a él, pese a todo lo que me interesa. No es una lectura agradable y exige un esfuerzo. Su ensayo La conspiración contra la especie humana es un eterno pendiente en mis estanterías, pero nunca encuentro el ánimo para ponerme con él: tengo cierta aversión a enfrascarme en su lectura, a enfrentarme a esa concepción del mundo. Puede que, al fin y al cabo, se trate de miedo. Puede que su propia obra se haya convertido, en un sardónico giro del destino, en algunos esos libros sobre los que él o Lovecraft escriben, capaces de volverte loco cuando los lees.
Cuando lees a Ligotti te enfrentas a un terror que no procede de la ficción, sino de la trascendencia misma de la realidad. Enfrentarse a eso no es fácil y no todos aceptamos esa propuesta. Yo creo que el esfuerzo tiene su recompensa. Podrá no haberte gustado por muchas razones, pero te habrás enfrentado a preguntas que otros autores no te hacen y a una concepción del mundo formulada de una manera única. ¿Acaso no es esa es la función de la buena literatura?
PIE DE IMAGEN: Fragmento de la portada de La conspiración contra la especia humana, editada por Valdemar (2015).
NOTAS
[1] En el mismo prólogo se reconoce que no fue Lovecraft, sino Machen, quien escribió los primeros relatos de terror materialista. El mérito de Lovecraft es recoger su testigo y abrir un nuevo género, el weird, tomando el nombre prestado de la revista. Es interesante pensar hasta qué punto es importante August Derleth en todo esto, aunque hay que reconocerle a Lovecraft cierta capacidad de convocatoria gracias a las decenas de miles de cartas que escribió. Pero esa es otra historia.
[2] Incluido, como introducción, en la edición de Valdemar de Noctuario.
[3] A quien tenga dudas al respecto, le recomiendo la lectura del ensayo de David Hernández de la Fuente Lovecraft, una Mitología (ELR Imagen, 2005). Es, sin duda, el ensayo sobre Lovecraft más esclarecedor de cuantos yo he leído.
[4] «La existencia es una pesadilla. Nada tiene sentido, a menos que la vida sea un sueño, porque en lo que respecta a la realidad, esta es un fracaso flagrante». El uso aquí del adjetivo «rank» es claramente intencionado, pues no solo significa absoluto o flagrante, sino también fétido o repugnante.
[5] «Desde mi punto de vista, es una lástima que la vida orgánica se haya podido desarrollar en este, o en cualquier otro planeta, y creo que el dolor que necesariamente sufren los seres vivos convierte su existencia en una pesadilla perpetua. Esta es la postura que subyace a todo lo que escribo».
BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS
Cardin, Matt: Thomas Ligotti's Career of Nightmares, en Darrell Schweitzer (Ed.), The Thomas Ligotti Reader. Wildside Press, 2003.
Cardin, Matt: The Master’s Eyes Shining with Secrets: H.P. Lovecraft and His Influence on Thomas Ligotti, en S. T. Joshi (Ed.), Lovecraft Annual No. 1. Hippocampus Press, 2007.
Cushing, Nicole: The Half-Freaks. Grimscribe Press, 2019.
Grau, T. E.: La oscuridad innombrable. Dilatando Mentes, 2015.
Grau, T. E.: I Am the River. Lethe Press, 2018.
Hernández de la Fuente, David: Lovecraft, una Mitología. ELR Imagen, 2005.
Joshi, S.T.: The Modern Weird Tale. McFarland & Company, 2001.
Ligotti, Thomas:
- Canciones de un soñador muerto / La agónica resurrección de Victor Frankenstein y otros relatos góticos. Valdemar, 2019.
- Grimscribe. Vidas y obras. Valdemar, 2015.
- Noctuario. Valdemar, 2012.
- La conspiración contra la especie humana. Valdemar, 2015.
- The Nightmare Factory. Carroll & Graf, 1996.
- My Work Is Not Yet Done: Three Tales of Corporate Horror. Mythos Books, 2002.
- The Spectral Link. Subterranean Press, 2014.
- The Consolations of Horror, en Robert M. Price, Crypt of Cthulhu 68, 1989.
Llopis, Rafael: Introducción a Los Mitos de Cthulhu. Alianza, 1969.
López, Guillem: Arañas de Marte. Valdemar, 2017.
Lovecraft, H. P.: El horror sobrenatural en la Literatura. Valdemar, 2010.
Montejano, Amparo (Ed.): Círculo de Lovecraft, n.º 11: Especial Thomas Ligotti. 2019.
Padgett, Jon: El secreto de la ventriloquia. Dilatando Mentes, 2019.
Palacios, Jesús: Pasos en la oscuridad. Un atisbo al horror según Thomas Ligotti, en Thomas Ligotti, Noctuario. Valdemar 2018
Paul, R. F. y Schurholz, Keith: Triangulating the Daemon: An Interview with Thomas Ligotti. Esoterra Magazine n.º 8, 1999. Consultado el 17 de julio de 2020 en http://www.ligotti.net/tlo/esoterra.html
Pulver, Joseph S. (Ed.): The Grimscribe's Puppets. Miskatonic River Press, 2013.
Reddit: foro Antinatalism. 2010. What are your guys' thoughts on Thomas Ligotti? Consultado el 8 de julio de 2020: https://www.reddit.com/r/antinatalism/comments/bn3ew8/what_are_your_guys_thoughts_on_thomas_ligotti/
Schweitzer, Darrell (Ed.): The Thomas Ligotti Reader. Wildside Press, 2003.
Slatsky, Christopher: The immeasurable Corpse of Nature. Grimscribe Press, 2020.
Weird Fiction Review (2011): Exclusive Interview: Thomas Ligotti on Weird Fiction. Consultado el 10 de julio de 2020 en https://weirdfictionreview.com/2011/11/exclusive-interview-thomas-ligotti-on-weird-fiction/
Wilbanks, David: 10 Questions for Thomas Ligotti. Page Horrific, 2004.